Era alto y fuerte; lucía pantalones oscuros y una elegante chaqueta roja con bordados dorados que brillaban con el sol. Su semblante era serio.
Nos acercamos a él sin salir de nuestro asombro. Pronto nos dimos cuenta de que aquellos otros cuatro desconocidos se aproximaban también. Garret nos había citado a todos allí.
Nadie se atrevía a romper el silencio. Fue Garret el que dio el primer paso. Todos lo mirábamos expectantes.
Con una voz grave, demostrando absoluta seguridad dijo:
Gracias por venir. Por acudir a nuestro encuentro. Os he citado en esta plaza proque debo de contaros algo importante para mí y para mi familia. Vereis, habéis sido los elegidos por vuestra valentía y por la reputación que os precede. Sois las personas que andaba buscando.
Todos permanecíamos escuchando, enmudecidos, cada una de sus palabras.
Sin más, en estos momentos me estáis demostrando vuestro coraje por el simple hecho de aceptar citarse con un extraño. Los que temían a lo desconocido ya no nos han honrado con su presencia. Yo os necesito a vosotros que os inquieta el misterio; vosotros que mirais a los ojos al miedo y le haceis frente; vosotros que luchais por defender vuestras vidas en arduas batallas.
Vosotros.
Os necesito en esta misión.