miércoles, 27 de mayo de 2009

Parte de un sueño...

“Lo mejor de los booleanos es que si te equivocas estás a un sólo bit de la solución correcta”

Llevaba mucho tiempo queriendo estudiar esta carrera, desde hace muchos años... Tal vez nadie entendía en su momento el porqué, pero me encantaba, quería aprender más de ese gran mundo de la informática... Y aquí estoy... Aunque la carrera sea dura, y aunque muchas veces me haya planteado que hago aqui, no me arrepiento de haberla escogido...
Y aunque suene a tontería es parte de un sueño.
Y aunque me digan que no soy una chica de verdad por estudiar informática (siempre con cariño) creo que se equivocan, somos pocas... pero somos CHICAS con mayúsculas.
Además, me paso el día rodeada de chicos muahahaha...

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Hace un tiempo que había escrito este texto en otro de mis pequeños rincones en la red, y un tiempo después aquí estoy, volviendo a reflexionar sobre lo mismo.
Poco queda ya para que se acerque una de los meses más difíciles del año, donde veremos si el esfuerzo da sus resultados. Y siempre suelo echar la vista atrás.
Llegar a Coruña (a Turquía) con una maleta no solo de ropa sino también de ilusiones, no fue del todo fácil en un principio. Llegaba a una ciudad desconocida, y sola.
Pero estaba en las mismas condiciones que otros, y tuve la oportunidad de en poquito tiempo conocer gente maravillosa, algunas ahora indispensables para mí.
Esa ciudad que al principio tanto me asustaba poco a poco se fue convirtiendo en un lugar especial, un lugar donde también nació un pequeño mundo de dos.
Y con respecto a la carrera, los inicios tampoco fueron fáciles, mas bien fueron muy duros. Muchas veces me ahogué en mis propias lágrimas, y llegué a dudar de si había tomado la decisión correcta, de si debería dejarlo todo o continuar. Fue en ese preciso momento cuando algunas estrellas (esas que iluminan mi estanque en las noches más oscuras), me recordaron lo que yo había olvidado: que nunca me había rendido cuando las cosas se ponían difíciles, que siempre había luchado por aquello que yo quería. Entonces, ¿iba a abandonarlo todo así sin más?
Abrí los ojos, y decidí continuar, al fin y al cabo era parte de un sueño, un sueño que no quería que quedase en solo eso.
Y aquí estoy, tres años después, reafirmándome a mi misma que esto es lo que quiero: quiero ser ingeniera informática.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Últimamente estoy un poco desilusionada y algo decepcionada. Tal vez sean efectos secundarios de un resfriado inesperado (o mas bien eso espero que sea).
Espero que todo sea un error por mi parte, que las cosas no sean como yo realmente pienso que son, porque de ser así no podría volver a mirarles de la misma forma.
Supongo que me culparán de algo, la verdad no se si tienen razón. Hasta ahora nunca pensé que quedarme en mi habitación en vez de en la sala, o que quedarse en casa un jueves para terminar un trabajo en lugar de salir a cerrar los bares fuesen delitos.
La verdad, no lo sé, últimamente no entiendo nada.

domingo, 17 de mayo de 2009

Cuento de piratas (Cap 2.- Tierra firme)

La noche cayó sobre nosotros, dejando que Morfeo hiciera de las suyas. Así pasó el tiempo, entre sueños y estrellas que se ahogaban en el mar.
Llegado el amanecer, una voz conocida me susurraba: ¡Hemos llegado!
Era la voz de Oliver, amigo y amante, compañero de travesía. La única persona del barco en la que podría confiar. Aún recuerdo el día en el que lo conocí, pero evidentemente, esa es otra historia.
Perezosa, pero con ansia, me levanté. Rápido subimos a la cubierta del barco. Después de varios meses, volvía a ver tierra firme. La ciudad que se erguía ante mis ojos tenía por nombre Coruña.
Recogí mi vieja bolsa de tela, en la cual guardaba una vieja brújula, un camafeo, y una deshilachada camisa. Ese era todo mi equipaje, tan ligero a la vez que pesado. Había sobrevivido a demasiadas tempestades.
Mi mirada se perdía en la nada, hasta que Oliver rompió mi concentración:

- ¿Estás lista para la nueva aventura? – dijo sonriente.
- ¿De qué aventura me hablas? ¿No ves que nos vamos a pasar días en esta ciudad? Las aventuras estaban ahí, en ese barco, en ese mar, y ya no nos quedan.
- Te equivocas. Tal vez no formemos parte de un abordaje, pero estoy seguro de que este lugar también esta lleno de oportunidades – susurró Oliver.

No me podía creer que un pirata tan temerario a veces fuera tan idealista. Y sonriéndole, pusimos rumbo hacia la posada de la que nos había hablado nuestro capitán: necesitábamos un lugar donde pasar nuestro indefinido intervalo de días aquí.

Poco tardamos en llegar al lugar. Dimos un par de golpecitos en un vieja y pequeña puerta de madera. Un señor grueso, de cabellos grises y grandes bigotes, nos atendió amablemente, dándonos la llave de una de las habitaciones del piso superior. Subimos las crujientes escaleras de madera y entramos. No era nada fuera de lo normal: una vieja cama y una mesita con su silla. Pero aún así me enamoró: desde su ventana, se veía el mar.

- ¡Olvídalo! – dijo Oliver, con la mejor de las intenciones.
- No creo que pueda.
- Ya verás. Hoy saldremos a conocer la ciudad.- Hablaba como si él ya la conociese.

Paseamos por calles desconocidas, recorrimos hermosos lugares. Pero pronto se escondió el sol y tuvimos que regresar a la posada.
Realmente, el lugar me empezaba a gustar.
Abrí la puerta de la habitación, y allí encima de la mesita, había una nota.
Me sorprendí al verla. La tomé entre mis manos y la leí.
Decía:


Reúnase con Garret, a las cinco de la tarde, en María Pita.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Regresando para volverme a marchar.

Me levanté sin prisa. Con los ojos medios cerrados, y aún en pijama mis piernas me llevaron por inercia a la cocina.Una voz conocida me daba los "buenos días". Esa voz era la de uno de mis hermanos, el otro en ese momento estaba cogiendo un bus.
Amablemente, me preparaba el desayuno: un gran tazón de cola-cao, y unas tostadas.
Cuando mis párpados me permitieron ver, me fije en el gran plato de rebanadas de pan. Cogí una.

- Mmmmm, estas tostadas no estan un poco "tostadas"-dije.
- Pues esa es de las menos "tostadas"...

Miré hacia el plato: las del fondo estaban un poquito más quemadas.

- No tengo culpa de que la tostadora estuviera al máximo - dijo sonriente.

Mi hermano puso la mermelada en la mesa. Tomé la tostada que había cogido, y me faltaba algo importante: mantequilla.
Abrí la puerta del frigorífico, y busqué por todos lados. Mi hermano se acercó a mi y me dijo:

- Está aquí
.- Que difícil de encontrar- me quejé.
- No, no es difícil. Es que llevas demasiado tiempo sin venir por casa.

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He regresado a casa, y me he vuelto a marchar. Así es la vida del estudiante. Pero volveré, como cada jueves, como cada fin de semana.

Y pronto regresarán también los cuentos de piratas! :P