En los escaparates, detrás de los cristales, se burlan de ellas las flores artificiales. No necesitan aire, tampoco primaveras. No necesitan agua, ni nadie que las quiera. Entre el humo y el ruido, la tarde se acelera. En este mar de gente es infeliz cualquiera. Cantando melodías aunque nadie le oiga. Soñando tonterías le pillan las estrellas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario